Cómo ahorrar en calefacción

Los mejores tips para ahorrar en calefacción

Según los datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía, IDAE, el consumo medio de gas en un hogar español es de 5.097 kWh al año. No obstante, estas cifras, varían según las características específicas de cada vivienda. Por ejemplo, un hogar con cocina y calefacción de gas puede ver esta cifra incrementada en un 55%, llegando hasta los 7.921 kWh anuales. En cambio, una vivienda con calefacción y cocina eléctricas, que emplea el gas solo para calentar el agua, tendrá un consumo medio de 2.956 kWh anuales, es decir, un 42 % por debajo de la media.

Cuánto gasta la calefacción de gas

El consumo medio de calefacción de gas natural supone un 70 % del consumo energético total de un hogar a lo largo de un año. Si bien es cierto que esta cifra variará según determinados aspectos relativos a cada hogar como:

Zona climática

Aquellas viviendas de la zona continental del país, por ejemplo, en León, o en Madrid, tienen un consumo de calefacción de gas un 25 % superior a la media, por la mayor dureza de sus inviernos.

Fuente: IDAE, estudio SPAHOUSEC II: Análisis estadístico del consumo de gas natural en las viviendas principales con calefacción individual.

Tamaño de la vivienda y número convivientes

Cuanto más amplia sea la vivienda, mayor superficie hay que calentar. Y lo mismo en lo que respecta a sus habitantes; no es lo mismo calentar una habitación, aparte del salón y la cocina, que hasta 3 habitaciones en un hogar de 4 personas. En líneas generales, el consumo de gas para una vivienda con calefacción en la que viva una sola persona puede estar en torno a los 7.074 kWh anuales de consumo de gas, en cambio, una vivienda habitada por un núcleo familiar de cuatro personas puede superar esta cifra hasta llegar a los 10.000 kWh al año.

Calcular el gasto en calefacción de gas

La factura del gas está compuesta de dos términos, el fijo y el variable. El término fijo es el que se abona independientemente del consumo a cambio de tener acceso a la red de distribución. Para las tarifas de un consumo superior a los 5.000 kWh anuales, correspondientes al peaje de acceso RL.2, el importe habitual en las comercializadoras está en torno a los 9 € al mes.

El término variable es el coste del consumo de gas. Se calcula teniendo en cuenta un coste fijo acordado con la comercializadora si se está en el mercado libre, por ejemplo 0,16 €/kWh, y multiplicándolo por el consumo de gas de un determinado periodo. El consumo de gas mensual suele ser de unos 60 m3 al mes, que se pasa a kWh multiplicado por los 11,70 kWh equivalentes a 1m3, lo que da 702 kWh. Finalmente, se multiplica esta cantidad por el precio fijo del consumo, y se obtiene una factura mensual de 112,2 €.

Además, hay que añadir el impuesto sobre los hidrocarburos, aplicable sobre el consumo de gas. Por tanto, hay que multiplicar los 702 kWh de ese mes por 0,00234 €/kWh, que da un resultado de 1,64 €. Y otro coste extra es el alquiler del contador, por 0,02 € al día, lo que serían 0,6 € al mes.

Por último, se aplica un 21 % de IVA al total de la factura, es decir, a la suma de 9€ del peaje de acceso, más 112,2 € de consumo, más 1,64 € de impuesto de hidrocarburos y el alquiler del contador de 0,6 €. La factura final con impuestos incluidos sería entonces de 148 €.

No obstante, hay que tener en cuenta que las facturas suelen ser bimensuales. Y, por supuesto, que el consumo de gas durante los meses en los que no se utiliza la calefacción es mucho más bajo.

Calefacción de gas o calefacción eléctrica

La mayoría de los hogares españoles prefiere la calefacción de gas natural, en torno al 37 % de las viviendas. En cambio, solo el 20% se decanta por la calefacción eléctrica. Ninguno de los dos sistemas es mejor o peor que otro, todo dependerá de las necesidades particulares de los consumidores.

La calefacción de gas natural conlleva un elevado gasto durante su instalación, pero tiene un coste de consumo más barato que la calefacción eléctrica. En el mercado libre, el precio del kWh para tarifas de luz suele estar en torno a los 0,21 €, en cambio, para el gas, pueden encontrarse ofertas por 0,16 €/kWh.

Además, la calefacción eléctrica suele recomendarse para viviendas pequeñas, donde su uso no está reñido con la utilización simultánea de otros electrodomésticos, por ejemplo, la lavadora, o la vitrocerámica. Y es que, cuantos más radiadores se conecten, es posible que haya que acabar aumentando la potencia contratada para evitar bajadas de plomos por exceso. De esta forma, la calefacción de gas natural se convierte entonces en el aliado perfecto de los hogares de 100 m2 o más, pues se puede usar de forma ininterrumpida.

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Aislamiento de la vivienda

Según datos de IDEA, el 30 % del calor generado por la calefacción de un hogar se pierde debido a un mal aislamiento de la vivienda. Medidas como revisar y reparar posibles agujeros en puertas y paredes, así como invertir en ventanas de doble cristal e incluso usar cortinas para reforzar las paredes, pueden reducir las pérdidas de calor en más de un 50%.

Apagar la calefacción cuando se está fuera de casa o por la noche

Son muchos los partidarios de mantener la calefacción encendida a una temperatura constante durante las noches o esos periodos en los que no se está en casa, bajo el razonamiento de que este gasto energético es menor que volver a calentar la vivienda desde cero una vez que se ha enfriado.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que el gasto energético es mayor durante la noche, pues aumenta cuanta más diferencia de temperatura haya entre el interior y el exterior. Además, la energía que se pierde intentando mantener la temperatura estable todo el día es mayor que la que se necesita para calentar una estancia a temperatura de confort en una hora. De hecho, esta medida puede conllevar un ahorro de hasta el 20 %.

La domótica es el gran aliado del ahorro

Los hogares inteligentes son aquellos que cuentan con la tecnología capaz de automatizar y programar determinadas funciones mediante sistemas de domótica. Un ejemplo son los termostatos. Mediante estos aparatos se puede mantener ajustada la temperatura de la vivienda, así como programar la calefacción para que se apague o se encienda en un momento determinado.

Por ejemplo, es mejor programar el termostato para que los radiadores empiecen a calentar la casa de manera paulatina una hora antes de llegar a 19º C, que encenderlos a más de 23 grados nada más llegar para que se calienten todas las habitaciones rápidamente. Se pueden encontrar buenos termostatos digitales por unos 20 € y permiten un ahorro de hasta 100 € al año.

Adaptar la temperatura al uso de cada habitación

Cada grado menos de temperatura permite un ahorro del 10 % en el consumo energético de la vivienda. Para lograrlo, hay que tener en cuenta que no todas las habitaciones necesitan estar a la misma temperatura. Habrá habitaciones que, al servir para un uso habitual, pueden dejarse sin calefactar. En el caso de lugares frescos, como los pasillos, mantenerlos a unos 16º C es más que suficiente al ser zonas de paso. Y, en cuanto a las estancias en las que más tiempo se pasa, como un salón o la habitación principal, es suficiente con unos 20º C.

Ventilar rápido y a la hora adecuada

Ventilar la casa durante las horas de invierno en las que la temperatura es más suave, sobre todo entre las 12 de la mañana y las 5 de la tarde, permitirá ahorrar hasta un 10% de energía, ya que las habitaciones se enfriarán más lentamente que cuando las temperaturas son más bajas.

Otro factor que se debe tener en cuenta a la hora de ventilar una vivienda es durante cuánto tiempo. Es preferible abrir todas las estancias y ventanas a la vez para que las corrientes hagan su trabajo más eficientemente que mantener cada ventana abierta, pero con la puerta de la habitación cerrada. Con esta medida se podría lograr un ahorro de hasta otro 10 % de pérdida energética.

Mantenimiento de los radiadores

Antes de volver a encender la calefacción, es necesario purgar el radiador. Consiste en sacar el aire acumulado, permitiendo que se caliente uniformemente y no solo en las zonas sin aire. Hay que abrir ligeramente una válvula, conocida también como “purgador”, y cerrarla rápidamente en cuanto deje de salir el aire y solo salga agua.


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